sábado, 17 de diciembre de 2005

Fiestas decembrinas

Ayer fui a una posada. La de la sección Ciudad del periódico REFORMA. Quiero escribir que me divertí mucho, me sentí muy contento, y por qué no decirlo, me puse bien PDF con puro tequila.

A la fiesta invité a Éric, y aunque sólo le avisé dos o tres horas antes, aceptó. Fue con su esposa y espero que se la hayan pasado bien a pesar de mi embriaguez y mis muestras de afecto. Ya lo había dicho: lo extraño. Quizá porque hemos afrontado juntos varias derrotas personales dolorosísimas.

Como a las 02:00 de la mañana, llegó Liliana, quien venía de su fiesta de fin de año de TV Azteca. Cuando estoy borracho me gusta inventarle versos y decírselos al oído. Algunos, incluso, son impúdicos e impublicables.

Fue una noche muy divertida -según cuentan los que saben ha sido el mejor festejo que se recuerde de la sección--, y fue provechoso y entrañable compartir y hacer fluir el alcohol con Paco, el Páramo, el Padgett, Durán, Zamarrón, Kenya, la Bordon, Carito, y en general con los demás compañeros del periódico.

Me dio mucho gusto ver a Éric. Y recordé cómo en otro diciembre, de hace ya tres años, compartimos otra fiesta similar, pero en las intalaciones de la Revista Día Siete.

Resulta que gané una mención honorífica en un concurso de cuento navideño de esta publicación. Me invitaron a la premiación.

Fui con Liliana y Éric con su pareja de entonces, Cristina. Nunca creí que algún día podría beber y cenar gracias a alguno de mis cuentos, pero así fue. El vino y vodka corrieron en cantidades generosas esa noche y yo, por supuesto, no podía hacer quedar mal al dios Baco, ni a Bukowski.

En este certamen premiaron 3 cuentos y concedieron creo que 4 o 5 menciones horroríficas. Por supuesto que yo obtuve mención. Soy el rey de las menciones, del ya merito, como la Selección Mayor de Futbol de México.

Pero hubo un suceso que me hizo sentirme muy bien.

Alejandro Páez subdirector de Día Siete, me confesó --ya con muchos mililitros de alcohol corriendo por nuestro sistema circulatorio, lo cual según evidencias médicas y sobre todo populares, provoca que la gente hable con veracidad-- que en realidad mi cuento había sido el mejor, pero por ser obsceno y tratar mal a una institución sagrada como es la familia, no podían ponerlo como primer lugar, porque qué pensarían las buenas conciencias. Pero me dijo, si quieres traigo las listas de votación, en todas saliste ganador.

Lo malo es que también perdí 10 mil varos que era el premio por el primer lugar.

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