domingo, 14 de junio de 2009

In Memoriam V.U.M.P

Funeral Blues

Stop all the clocks, cut off the telephone,
Prevent the dog from barking with a juicy bone,
Silence the pianos and with muffled drum
Bring out the coffin, let the mourners come.

Let aeroplanes circle moaning overhead
Scribbling on the sky the message He is Dead.
Put crepe bows round the white necks of the public doves,
Let the traffic policemen wear black cotton gloves.

He was my North, my South, my East and West,
My working week and my Sunday rest,
My noon, my midnight, my talk, my song;
I thought that love would last forever: I was wrong.

The stars are not wanted now; put out every one,
Pack up the moon and dismantle the sun,
Pour away the ocean and sweep up the woods;
For nothing now can ever come to any good.

Wystan Hugh Auden

martes, 2 de junio de 2009

In memoriam V.U.M.P.

Frente al mar contemplamos con la vista extraviada todo lo que todos hemos perdido para siempre

sábado, 15 de noviembre de 2008

Parece que hoy no va a salir el sol

Son casi las dos de la mañana y bebo solo frente a este monitor, buscando entre mis archivos encontré este cuento que escribí hace casi 10 años, lo leo y me sonroja un poco y me doy cuenta que era un escritor con futuro en mi adolescencia, ja, ja.

Escucho a José Alfredo, así sin apellido, no hace falta. La melancolía se apoderó de mí desde hace rato. Pasé por Calamaro, por Bob Dylan, pero sólo me enganchó el único existencialista mexicano de la historia, a la altura de Camus o Sartre, nadie como el oriundo de Dolores Hidalgo para explicar los vacíos del alma de los mexicanos. Sus canciones son aforismos.

Escucho por enésima ocasión (cuando "n" tiende a infinito) "Las llaves de la casa", mi canción preferida de José Alfredo. Estoy seguro que Sabina se inspiró en ella para escribir "Calle Melancolía", apuesto mi higado a que así fue. "No quiero oír los pasos del olvido", canta José Alfredo. Bella metáfora. Bien la podría firmar Alí Chumacero. Añoro mi adolescencia, los días de prepa. Los viernes con mis amigos de ese entonces.



Parece que hoy no va a salir el sol



La noche que yo amo es turbia como tus ojos
larga como el silencio, amarga como el mar
La noche que yo amo crece entre los despojos
que al puerto del fracaso arroja la ciudad.


NEGRA NOCHE: Joaquín Sabina


Fecha: la tarde y noche de un miércoles y el jueves en la madrugada; en diciembre.
Lugar: la sicalíptica ciudad de México.

18:00
Recibo una misteriosa llamada telefónica: es Raquelle. Me invita a una posada. Digo misteriosa porque yo creía mi teléfono cortado por exceso de pago. Vamos a vernos en la Aséptica Plaza Comercial de Coyoacán. Me baño, no me rasuro y salgo con prisa, ávidamente, dispuesto a encontrar razones para seguir viviendo, en los ojos de esta mujer.

18:32
Salgo de mi ruinoso depa. Antes me serví un vaso con ron Solera y Cocacola. Escuché Strawberry Fields Forever y pensé en ella. Camino rumbo al Metro. Dejo atrás Tortas Gigantes, Abarrotes vinos y licores, Carnitas estilo Michoacán, Restaurant Bar Ricas botanas gratis música viva a partir de las 8 de la noche, Clutch y Frenos. Verifico su auto, Pinturas Comex Nos cambiamos a la esquina. Entro al Metro. Tengo una manía por leer los anuncios del vagón: “Estudia la carrera de azafata masajista con computación”.

18:52
Faltan alrededor de 10 minutos para que Raquelle haga su presencia, más lo que se acumule. Entro a la gigante e inútil Plaza. Busco un cajero. Quiero sacar 500 pesos pero sólo hay 200. Estoy nervioso, no sé porqué.

19:20
Desde aquí veo el coche de Raquelle. Me toca el claxon tres veces. Es nuestra señal. Subo al Spirit y le doy un beso entre mejilla y labio. Tengo un orgasmo.

19:22
Sigo nervioso. Es porque Raquelle me encanta. Nunca le he dicho nada al respecto; además lo sabe. Somos excelentes amigos desde hace varios años. Sí: amigos, nada más. El señor del auto de junto es igualito a Borges. Se lo comunico a Raquelle y se ríe.

19:30
Me platica de su novio. Un niño con rostro y cuerpo, nada más. Me ofrece un cigarro Lucky Strike. En la casetera suena Pink Floyd: Time. Abro la guantera y encuentro un libro. Mujeres de ojos grandes. Me clavo en la mirada de Raquelle y por poco choca. Hay mucho tráfico... Es diciembre, lógico.

19:48
18 minutos para recorrer 500 metros. En estos momentos me gustaría estar en el bar de la esquina de mi calle, con una puta y un roncito y escuchando a Daniel Santos o a Bienvenido Granda o a José Alfredo Jiménez profeta de nuestro destino. Pero veo las piernas de Raquelle, sus medias de encaje y el principio del liguero... olvido al instante todo lo imaginado en el bar de los desamparados donde los sentimientos de ser un fracasado solitario se cuelan mientras la rocola cambia de canción.

20:00
Por poco chocamos otra vez. La culpa fue de dos policías que al mismo tiempo dijeron “avanza, avánzate”. Y de todos lados avanzaron los autos. “Ponte de acuerdo, pareja”, le dijo el más feo al otro.

20:10
Suena Shine on you crazy diamond y escuchar esta rolísima de más de quince minutos es otra forma de tener un orgasmo, de viajar. Y si le agregamos las piernas de Raquelle ma belle, es el cielo. Verídico maestros.

20:17
Sigue sonando la misma canción. Siempre he tenido una fantasía: que en un table dance, te dejaran escoger la canción. Yo escogería ésta. Nunca me ha gustado la Portales, colonia hacia donde nos dirigimos. Ya casi llegamos; el perfume de Raquelle es como ella: exquisito. Es perfecta.


20:18
Sí, es perfecta...

20:25
Llegamos al edificio de Rita. Adorable Rita. Entramos a su departamento, creo que es el 403. Hay como 30 invitados. No sé cómo caben aquí adentro. Tras los saludos de rigor me dirijo a una mesita donde se encuentran impolutas botellas de alcohol. Hay tequila, ron, güisqui, vodka, brandy y mezcal. Yo estoy junto a Raquelle y suena Dead Can Dance. Me cae: este lugar es lo más parecido al paraíso, aquí en la pervertida tierra.

20:35
Llevo tres tequilas dobles. Raquelle me cuenta de Esdras, su novio. Si llega a la posada no le hablará, ni lo mirará siquiera. Hace dos semanas que no le habla. “Que se vaya a la chingada, además”.

20:48
Suena el disco Pearl de Janis. Yo fumo como maldito. Rita y Raquelle platican. Quiero mucho a Raquelle y la admiro. No presume de ser feminista nomás porque lee a Rosario Castellanos, a Silvia Molina a Poniatowska o a Simone de Beauvoir. Es hora de pedir posada.

21:00
Llega Esdras. Me sudan las manos. Corre a saludar a Raquelle. A mí me toca pedir posada. Salimos alrededor de 20. Yo mejor voy a tomar aire. Regresó al departamento de Rita después de como seis cigarrillos. Es el 405 me dice la viejita del 403.

21:30
Raquelle ya está con Esdras. Felices. Yo tomo ponche y no me siento bien: son los celos. No me aparto ya de la mesita transformada en cantina. Ahora suena Límite o algo así: “Te aprovechaaaaas porque sabes que te quierooooooo...”

21:45
Platico con tres amigos: Óscar, Híjar el árabe y José Luis. “Ya olvídala, pendejo”. Voy al baño y en el camino me la encuentro. “¿Te llevas mi coche? Mañana voy por él. Esdras me está esperando. Chao. Te quiero”.

22:05
“Esdras me está esperando” ¿Y yo qué? Yo también y desde más tiempo. Sus palabras duelen. Ese güey sólo la quiere por el sexo... Y yo por sus ojos.

22:14
Mejor me voy. Salgo sin despedirme de nadie. Subo al coche. Sigue sonando Pink Floyd. Paradójicamente es Wish you were here. Tengo que hablarle a Raquelle. Me está llevando la chingada.

22:16
En la esquina hay un teléfono. Bajo del auto y marco al celular. Cada tecla estremece mi estómago: “el número Telcel que usted marcó está fuera de la zona de servicio”. ¿Adónde la llevaría? ¿Al mirador de Cuernavaca? Mientras asociaba estas ideas salió de la oscuridad un indigente totalmente ebrio. Se rió de mí y balbuceó: “Estás viejo, cansado, fatigado. Con trastornos glandulares, piernas flacas y deformes. Escasez de busto, esterilidad, osteoporosis, mal de amores, gota, estrés, cáncer en el corazón, apnea, diarrea, alto colesterol, cirrosis en el alma, hepatitis, gonorrea, ladillas e hipertensión”. Le dije lo más mexicano que existe: lo mandé a la chingada. “Cállate, cállate o te mato”, pronunció. Y con la mano hizo como si sacara una pistola. “Se trata de salvar al mundo, ¿no?”, tartamudeó. Ni madres, le contesté. Mejor me salvo yo. Se recargó en la caseta y se quedó dormido. Yo arranqué el Spirit, rumbo a casa de Raquelle.

22:40
Estoy frente a su casa. Dejo las llaves en el asiento, pongo el bastón y cierro el coche. Antes saco el libro Mujeres de ojos grandes. Ya es mío. Le dejo una nota en el parabrisas: “No me volverás a ver. Te amo y no hago otra cosa que pensar en ti”.

22:45
Este taxi se dirige hacia el bar de la esquina de mi calle. A lo mejor lo conocen. Se llama El boulevard de los sueños rotos. Dan buena botana y las gordas nunca te tratan de robar.

23:13
Me quedan 250 pesos. Compro una botella de Solera y cigarros. Si esto fuera una película, de fondo sonaría Perfidia de Lara o El día que me quieras de Gardel o Te solté la rienda de José Alfredo. Pero como es un cabaretucho tocan Luces de Nueva York de la Santanera.

23:30
Voy al baño del Boulevard. Orino fuera de la barra libre. Si vas a alguna cantina, bar o cabaret, no olvides orinar fuera del mingitorio, excusado o barra, haciendo circulitos. Si no es como si nunca hubieras estado allí. ¡Ah! Y no se te ocurra lavarte las manos.

02:30
Quedan aproximadamente, a ojo de buen cubero, 35 ml de Solera. Desde hace rato escribo poemas en las servilletas. Todos ellos para Raquelle. Son abstrusos, absurdos e ininteligibles. También hace frío.

02:42
Ya no tengo qué beber. Ni dinero, ni trono, ni reina. Voy a la barra y empeño mi reloj Casio. Me dan tres vasos de ron con coca. Me vieron la cara... Yo los pedí campechanos.




03:33
Le pregunto la hora al ebrio de la mesa de junto. ¡No lo puedo creer! Raquelle cruza la puerta del bar. Me salgo con un vaso en la mano. Me siento en la banqueta y desde aquí puedo ver su auto. No hay luna y hace mucho frío. Raquelle sale y me dice “¿qué onda?” Yo sólo miro mi vaso medio vacío. “¿No que me amabas?” dice Raquelle y se dirige hacia su coche. Raquelle no es de las mujeres que esperan, mucho menos toda la vida. Ya no existen las princesas ni los príncipes azules y el mercader de sueños ya murió.

??:??
Raquelle en su auto. Yo en el suelo. Toca tres veces el claxon. No me inmuto. Arranca, se detiene un momento frente a mí y como no la miro, avanza. La para el semáforo. Sólo veo dos luces rojas. Tres con la del semáforo. Cambia a verde. No avanza el auto. Toca nuevamente tres veces el claxon. Yo saco su libro de mi chamarra. Vuelve a tocar tres veces. Por un momento pienso en ir. Espera alrededor de diez segundos y da vuelta a la izquierda. Es una oscura madrugada fría. Lo que hizo Raquelle es como un perdón en la fila de la muerte dos minutos demasiado tarde. Y hoy no va a salir el sol.


Diciembre de 1998
Héctor Cruz

domingo, 27 de enero de 2008

Documental sobre el Sabina, ése que canta

Las llaves de Sabina

El cineasta Ramon Gieling retrata el radical cambio de vida del músico en 'Joaquín Sabina, 19 días y 500 noches'

EDWIN WINKELS
BARCELONA

Antes de que una embolia le pusiera el freno, en el 2001, la vida de Joaquín Sabina corría muy deprisa. Famosa es la anécdota sobre las decenas de personas que tenían la llave de su magnífico piso en el barrio madrileño de Tirso de Molina y que, tanto en su presencia como en sus largas ausencias, montaban ahí las fiestas. O, sencillamente, iban a charlar, a tomarse una cerveza o a esnifar y fumar alguna cosita. Después de salir del hospital, recuperado y aleccionado por el susto, Sabina cambió la cerradura.

Un giro radical en su vida que para el cineasta holandés Ramon Gieling fue argumento suficiente para rodar una película intensa y emotiva sobre el cantante y su relación con algunos de los que tenían un juego de llaves de su casa. Joaquín Sabina, 19 días y 500 noches es el título de la película --el mismo del que para muchos es su mejor disco-- y que se estrenará el miércoles en el festival de cine de Rotterdam (Holanda).

"¿Una película? ¿Sobre mí?", fue la reacción de Sabina cuando Gieling, autor del documental En un momento dado sobre Johan Cruyff, se lo propuso. El cantante se dejó convencer, permitió que las cámaras registraran un concierto de su gira con Serrat, dio una larga entrevista y permitió que otros hablaran de él (y no siempre para elogiarlo).

Las conversaciones se grabaron en una réplica del salón del piso de Sabina, reconstruido en un estudio de Madrid como si, años después, esos amigos volviesen a estar en su casa. "Algunos que antes tenían llave se sienten ahora excluidos y decepcionados por Sabina --dice Gieling--. A él le duele oírlo, pero admite que ha cambiado, que se encierra en su casa para escribir canciones y para combatir en soledad las fuertes depresiones que sufre. Y si no está en casa, está de gira".

El cantautor Javier Krahe, el músico Caco Senante, el escritor Benjamín Prado y el torero Alejandro Talavante son algunos de los huéspedes temporales. Sus palabras y las del propio Sabina se entrelazan con fragmentos de casi todas las canciones de 19 días y 500 noches, además de algunas otras como Y sin embargo y Contigo. El filme empieza y termina con un concierto en Las Ventas que iba a ser el de su despedida pero que, finalmente, no fue el último.

En Holanda, la cinta se estrena en febrero pero en España no tiene distribuidor. Para Gieling, no es un documental sin más, sino un filme con una línea dramática a raíz de un cambio vital. "Me habían dicho que Joaquín era ahora un hombre difícil, pero se parece a Cruyff: es muy grande, pero sigue siendo él mismo y muy cercano".

lunes, 13 de agosto de 2007

Diario del Ron de Guillermo J. Fadanelli

Lo que publicaré a continuación es un tesoro que rescaté de la basura.

Resulta que el escritor Guillermo J. Fadanelli durante un tiempo publicó en la páguna de la Editorial Moho, un diario, que tituló Diario del Ron, pero de repente, de la noche a la mañana lo borró.

Quizá porque pretende hacerlo libro, aunque ahora esté en Alemania escribiendo uno, lo quitó de Internet, pero yo, el otro día utilizando esa maravilla que es el Google Desktop pude rescatarlo del caché de mi computadora.

O por lo menos pude rescatar una muy buena parte.

VER DIARIO DEL RON

lunes, 6 de agosto de 2007

Texto invitado

Hace algún tiempo conocí a un entonces joven estudiante de periodismo en el Hospital ABC.

Jorge Valdano, el ex futbolista, se había caído de un helicóptero y tanto este joven, como yo, tuvimos que esperar unas horas para saber del estado de salud del argentino.


Es decir, un hombre amante de la literatura y el deporte más bello del Mundo nos había juntado, aunque mi soberbia se encargó de ahuyentar a Raúl.

Pero finalmente, ese caprichoso ineludible, llamado comúnmente destino, me dio una segunda oportunidad de cultivar una amistad con Raúl.

A riesgo de sonar como la Nana Goya, puedo decir que ésta es otra historia, un poco larga y que contaré en otra entrada, ya que el asunto que me ocupa es publicar un texto de Raúl Vilchis, quien ya no es estudiante de periodismo, sino periodista, aunque sigue siendo joven.

Este escrito lo hizo Raúl con motivo de su Viaje a Copa América, que cubrió para la agencia de noticias China, Xinhua.



Depresión post viaje…

Por Raúl Vilchis

Regresé a México de Venezuela con infinidad de historias por contar. Tal vez me he vuelto insoportable hablando tanto como un perdido cuando lo encuentran. Pero en mi computadora empecé a escribir una carta que dejé inconclusa en Maracaibo después de escuchar a Lisa por el teléfono; y después de hablar con ella ayer ya aquí, creí que era necesario ponerle punto final a mi depresión post viaje con este relato.

Me pasó, como es costumbre, que cuando he viajado a otra latitud que no es la mía, siempre recibo recomendaciones, que más bien diría tienen un matiz de prohibiciones: “no camines por tal lugar, no tomes taxis de la calle, ten cuidado con la computadora, no pongas todo el dinero en la cartera, esconde la cámara, cuídate mucho, ten cuidado en el metro, no salgas solo de noche”, entre otras tantas.

Y aunque a mi regreso a esta ciudad me he dado cuenta que la inseguridad ha vuelto a tomar importancia, como en todas las grandes capitales, mucho más en estas de subdesarrollo, me pongo a pensar todo lo que nos perdemos de la vida, cuanta gente dejamos de conocer, cuantos rincones dejamos de visitar, por este miedo que realmente es terrible.

En Maracaibo, donde pasé el mayor número de mis días en Venezuela, parecía que las personas tenían una consigna contra mí. Sentía que era algo personal como los gritos contra al gobierno de Chávez en los estadios. Todo el tiempo me advirtieron que el hotel donde dormí los primeros cuatro días (por la falta de infraestructura los hoteles de paso fueron habilitados por el comité organizador como hoteles de tres estrellas) era muy peligroso y que para salir de ahí sólo debía llamar a una línea de taxis autorizados. También me recalcaron que no siempre se animarían a ir a recogerme porque era una zona muy peligrosa.


SIGUE

miércoles, 14 de marzo de 2007

Alimento para gatos

Por Héctor Cruz

Sé que estoy envejeciendo porque cada vez más el tono de mi voz y mis ademanes son idénticos a los de mi padre. Por momentos siento que él ha tomado mi cuerpo y habla por mí.
Esa voz autoritaria que tanto odié en mi adolescencia, esas frases precisas para toda ocasión de las que me mofaba y juré que nunca las repetiría, ahora gobiernan en mí.
Me duele reconocerlo, pero ya no soy un joven. Apenas rebaso los 30 y mi cuerpo ya está en decadencia. Lo noto en el crujir de las articulaciones, en el reflujo que en las madrugadas padezco, pero sobre todo en el tiempo perdido a lo largo de los años que ha erosionado, con la paciencia del oleaje, mi salud.
Lo peor de todo – usaré uno de los clichés que aprendí desde la infancia—es que cuánta razón tenía mi padre, si hay algo más ingrato que un hijo, es una empresa u organización para la cual trabajes.
Mi progenitor, también profeta de mi destino, auguró: con ese carácter te vas a quedar solo.
Laboro en la sección deportiva del diario más conservador –y algunos dicen el de mayor credibilidad en México-, más de 10 años dentro de una redacción me han vuelto totalmente sedentario, además, tanta es la rutina que padezco, esa forma deprimente de la mecanización, que los últimos nueve años edito las páginas del periódico como quien ha cortado carne de un trompo de tacos al pastor durante décadas.

SIGUE...

jueves, 22 de febrero de 2007

Me dio por llegar al fondo de las botellas, por caminar en las madrugadas en el Centro de esta ciudad, por observar a las prostitutas en tlalpan y en la Merced, por intentar escribir en cuadernos viejos con añejos recuerdos de la Prepa, me di cuenta que el tiempo no va a regresar, tuve ganas de llorar, lo hice, grité antes del amanecer, dejé de escuchar a sabina durante días que parecieron años, le tomé respeto a algunas lecturas de fadanelli, odio que haya borrado el diario del ron, necesito un percudido bar lo antes posible.

jueves, 18 de enero de 2007

Afor(e)ismo

No es bueno trabajar ni para el PAN, ni para la Iglesia.

(Y yo trabajé durante dos años para ambos, hasta que me corrieron de REFORMA).

viernes, 17 de noviembre de 2006

De verdad que Dios es Omnipotente

Si lo dice Ulises Ruiz, (des)Gobernador de Oaxaca debe ser verdad....

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