jueves, 10 de marzo de 2005

Soy un nostálgico de mierda (o The Wonders Years) I

Hace rato vi que una caja iba a ser tirada a la basura. Sólo faltaba que llegara el camión para que se la llevara, es decir, estaba en la fila de la muerte, como las reses en el matadero.
Llegaba yo a mi casa en bicicleta, después de haber ido al mercado. Y ahora que lo visualizo, me llegó a mi mente la imagen de Kevin Arnold (con su carita de pendejo) ataviado con una chamarra de los Jets de Nueva York, en su bicicleta rodada 20 con canastilla en el manubrio (de niño y adolescente yo le decía manublio, no sé porqué, quizá por pendejo).
Miré fijamente la caja y dije: "Tú y yo nos conocemos". En efecto. La abrí y contenía algunos libros de texto de la secundaria y prepa, y cuadernos y folders con documentos míos de aquella época.
De sobra es conocida mi afición por guardar todo tipo de documentos, desde una hoja hasta un periódico que yo considere pertinente e importante almacenar porque en algún momento dado me podría servir. Así las cosas, mi cuarto parece un archivo muerto y he pensado en mudarme a la habitación de mi hermano porque ya no quepo aquí.
El chiste es que como tenía tiempo de sobra me puse a revisar el contenido de esa cajita infeliz y ¡oh sorpresa!, encontré algunas fotos, textos seudoliterarios míos y otros documentos y gacetas de la Prepa 3 que por las fechas y estado físico, me hicieron sentir viejo, triste, al borde del llanto.
Pero vámonos por partes, como dijo el descuartizador.
Fotos. Fotos. En este mundo casi no existen imágenes mías plasmadas en papel. Salvo las de la infancia, donde yo no podía impedir que las hicieran, hay un gran vacío fotográfico respecto a mí. Sólo hay algunas tamaño infantil, cartilla y una que otra de alguna fiesta o reunión.
Al principio, mi negativa a ser retratado tenía que ver con mis complejos e inseguridades, pero después me di cuenta que las imágenes o retratos de las personas no sirven más allá que para conocerlos "de vista". Mira, éste era tu abuelo.
De las cinco fotos que encontré, tres corresponden a una práctica de campo en Hidalgo, en Los Prismas Basálticos, para ser precisos, concisos y macizos. En ella aparece parte de mi grupo del primer año de prepa, el 401. Y digo parte porque ni el Marte, ni el Ejote (ahora también llamado Metrosexual) quisieron ir a ese viaje por codos y mamones.
Las otras dos fotos corresponden al segundo grado de secundaria y en ellas aparece Iris Jacqueline Perea López (no sé si se escriba así el nombre Jacqueline o Jaqueline o Jaquelín o Yakelín), que en esa época me gustaba muchísimo. Las fotos se las tomó una amiga que teníamos en común y me las dio. Por cierto, nunca supe más de ella, ya que pertenecía a una generación anterior a la mía. Sólo me enteré que entró al CCH Vallejo, mientras yo tenía que cursar el tercero de secundaria y se perdió de mi vida...
Por cierto, en esas fotos qué delgado estaba yo.
Pero decía que a mi parecer las fotos no sirven de mucho, incluso suelen ponerte triste, enojado, decepcionado y muy pocas veces, feliz. Revisando los cuadernos contenidos en esa caja, me di cuenta que si alguna vez tengo un bisnieto, podría conocerme mejor a través de mi letra, mis textos, mi desorden, mis libros, mis revistas, mis discos, mis películas, que el sólo hecho de verme en una foto. Por eso no tengo fotos.
Textos. Textos. Cuadernos. Textículos. Gacetas. En la caja, como ya mencioné, había varios cuadernos viejos. Unos eran de la secundaria, otros de la prepa. Me llamó la atención el de una materia que se llamaba México en el Mundo Actual (sí, no mamen, así se llamaba), donde yo pasé gracias a mis conocimientos de historia, abrevados de los libros de Rius.
Pero en los que encontré verdaderas joyas invaluables (invaluables: que no tienen valor alguno, salvo para mí) fue en los cuadernos de la prepa. Había uno donde escribía de atrás para delante, con letra ininteligible, porque todos los viernes llegaba borracho a mi casa de noche y me ponía a escribir, cual Bukowski "de segunda del tercer mundo".
Me sonrojé tanto al ver algunos textos que le escribía a "La Princesa" --una adolescente que me gustaba demasiado pero que como siempre en esa época nunca le hablé, además ella iba en cuarto año y yo estaba por salir hacia LA UNIVERSIDAD--, que me dieron ganas de quemarlo. Sólo rescaté una hoja que considero se salvaba, una especie de crónica de un día en la vida en la Preparatoria 3 "Justo Sierra" de la UNAM. Lo demás me daba pena propia.
Me deshice, con mucho esfuerzo --estuve a punto de subirlo a mi cuarto-- de mi cuaderno de Etimologías Grecolatinas, materia impartida por "el Prince" y cuyo conocimiento aprendido me ha servido en la vida diaria hasta la fecha. Por cierto, Angulo está de acuerdo conmigo en que las Etimologías deberían impartirse desde primaria y en todos y cada uno de los años escolares básicos. Así no habría tanto imbécil inventando palabras o balbuceando neologismos, anglicismos, barbarismos, y etceteracismos.
En cambio, no recuerdo cuándo fue la última vez que utilicé mis conocimientos sobre soldadura --taller que llevé en la secu "E.S.T. 99 Amistad Británico Mexicana" (llamada así porque el plantel original se desplomó en el temblor del 85 y la embajada de Gran Bretaña lo reconstruyó enterito. Por cierto, cada año la embassy mandaba a los mejores estudiantes a un intercambio con alumnos ingleses. No. Yo no fui. Nunca pude subir mi promedio de 8.3)--, como por ejemplo, en soldadura autógena --con tanques de argón y oxígeno-- hay varios tipos de flama, una, la oxidante --mayor cantidad de argón que oxígeno-- puede cortar metal, como la escena repetida hasta el cansancio en series y películas donde con un soplete abren cajas fuerte.
Por último, encontré publicaciones como Gaceta UNAM, Gaceta ENP, y Humanidades. Recuerdo que cuando las leía en la prepa y veía tantas actividades, cursos, talleres, películas, anunciadas y casi todo en CU, pensaba que al llegar a la Universidad no me perdería de nada.
También, encontré una especie de gaceta desplegado publicado por la UNAM sobre un paro de actividades con su respectiva toma de Rectoría que aconteció dos días antes de dicha publicación. Estoy hablando de 1995, es decir, no había todavía CGH.
Un día antes, estábamos en clase de Biología, con la profesora "Decrépita" --apodada así por el Marte--, cuando algún administrativo de la prepa llegó al salón y nos pidió que firmáramos unas hojas en protesta del paro y la toma de Rectoría. Todos firmamos, según vi en la publicación qué sí guardé, menos Óscar el "Milhouse" que ese día nos aconsejó no firmar porque era una manera de control y represión a las protestas de los estudiantes.
Debo reconocer que Óscar siempre ha sido el mejor informado de todos, y desde esos años lo demostraba...

3 comentarios:

Anónimo dijo...

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