viernes, 6 de octubre de 2006

La UNAM en el lugar 74 del ranking mundial, según The Times

El domingo 7 de agosto de 1994 el azar o quizá ese ser inexistente que de niño me decían que habitaba la cúpula azul --que tampoco existe-- me guiñó el ojo y comprobé en la Gaceta de Resultados que fui aceptado para estudiar el bachillerato en la Universidad Nacional Autónoma de México.

Ese domingo fue un día muy especial para mí, porque además en el suplemento cultural "El Búho" de Excélsior --que todavía conservo y que a huevo le vendieron a mi santa madre con la Gaceta de Resultados-- venía a manera de poema una canción de Sabina que estrenaba disco y gira por México, y que yo aún no la escuchaba.

Se trataba de "Incluso en estos tiempos" que me marcó ese séptimo día de la semana porque era 7 de agosto y por las 7 llaves del misterio, por los 7 versos tristes en una canción, por los 7 crisantemos en el cementerio y por los 7 negros signos de interrogación de los que hablaría en ese disco el tipo ése que canta.

Entrar a estudiar a la bien llamada Máxima Casa de Estudios, aun a esa tierna edad puberta --había cumplido apenas 15 malditas primaveras-- significó un cambio y un episodio trascendental en mi vida.

Yo que ya aborrecía y trataba de escapar de ciertos modelos institucionales y mentales caducos como la religión o la estandarización del pensamiento, las modas y la música banal, nunca me sentí tan libre y tan orgulloso de formar parte de una Institución, como lo fue el día que recibí mi credencial de la prepa de la UNAM. Ya era un Universitario con todas las de la ley.

Recuerdo un caso significativo por estas fechas. Yo carecía de cualquier permiso de conducir pero a veces manejaba el Volkswagen de mi padre y un día por tomar un atajo --copiado a mi padre, por supuesto-- me metí en sentido contrario y salió una patrulla. Los policías me pidieron mi licencia, y yo al no poseerla les dije en tono orgulloso: pero tengo aquí mi identificación y les mostré mi bella credencial de la UNAM. Por supuesto que no sirvió de nada y tuvo que acudir mi padre a pagar una cuantiosa mordida para que me dejaran libre. Cabe señalar que no volví a manejar en años.

Tiempo después leí una anécdota de José Agustín situada en los años 60 donde él se encontraba en Cuba e iba manejando una moto por encima del límite de velocidad. Un policía cubano lo detuvo y le pidió sus documentos, Agustín asegura que había olvidado su pasaporte por lo que le mostró su credencial de la UNAM y el policía lo abrazó y lo dejó libre.

Recuerdo los primeros días de prepa como si hubieran transcurrido la semana pasada. Recuerdo las amplias instalaciones, el dejar de usar uniforme, la libertad para hacer y pensar lo que quisieras, de verdad lo que quisieras, desde fumar mariguana o emborracharte en los jardines hasta "grafitear" una consigna revolucionaria. Cada quien tenía la libertad de elegir su camino. Sí, lo sé, éramos muy ilusos pero también libres.

Recuerdo, sobre todo, a las personas con las que habría de compartir (y aún comparto) ideales y deseos y no rara vez aparecen escenas con ellos en mi mente cuando estoy dormido.

Por ello y muchisísimas cosas más me siento orgulloso de ser Universitario, de egresar de La Universidad, y de que haya sido colocada dentro de los primeros 100 lugares de un ranking mundial hecho por un diario inglés muy importante como es el The Times.

Mi Alma Mater me ha dado demasiado, valga el pleonasmo. Por cierto Alma Mater se confunde comúnmente como Alma Madre o madre alma, pero es erróneo.

Otro motivo para sentirme orgulloso es que ni Vicente Fox ni el pelele y presunto presidente electo Felipe Calderón sean egresados de la UNAM.

Si algo caracteriza a los planes de estudio de la Universidad es su preocupación por dar un aprendizaje cultural amplio, para que cuando algún egresado llegue a ser presidente y sea invitado a digamos el Congreso de la Lengua Española en Madrid no vaya a decir en un discurso que uno de los mayores y mejores exponentes de la literatura iberoamericana fue José Luis Borgues.

Por cierto, Fox estudió en la Ibero.

Ahora la UNAM, gracias a la investigación que se realiza allí, se sitúa en el lugar 74 y es la Universidad de Iberoamérica mejor colocada en dicho ranking.

Por supuesto que sé que no todo es miel sobre hojuelas, que hay muchísimas cosas que se deben cambiar y mejorar como la burocracia y ciertos sistemas sindicales, así como algunas mafias que existen al interior de la Institución. Pero no por ello puedo dejar de mencionarlo y publicarlo en este Puma Blog.

Por cierto, ahora que Liliana está una temporada en Charleston, Carolina del Sur, me platicó que hay un comercial que pasan en la tele sobre el orgullo de ser latino y hay una parte donde hablan de Mario Molina, Premio Nóbel de Química. Dice Liliana que lo anuncian como egresado de la Universidad en ei em. Es decir, de la Universidad NAM, pronunciando cada letra en inglés.

Aquí está la nota:

La UNAM, la mejor en Iberoamérica

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