Bien decía Joaquín Sabina en una de las tantas entrevistas a propósito de la música popular de nuestro país que los compositores mexicanos contemporáneos la tenían muy difícl, cómo superar a los más grandes escritores de canciones: José Alfredo Jiménez y Agustín Lara.
Yo estoy de acuerdo con el Sabina, pero agregaría un tercer compositor. Para que algo suene contundente siempre debe venir por triplicado: Yo afirmo, sin temor a equivocarme que los tres grandes compositores de México son: Josealfredo, Lara y Álvaro Carrillo.
Escribo esto porque he pasado la mañana, ahora que estoy de vacaciones, relajado, contento y libre, escuchando al compositor oaxaqueño, y de verdad hay demasiadas canciones hermosas de él, que bien podría haber firmado Amado Nervo, letras que aprendimos incluso desde antes de nacer.
José Alfredo es el profeta de todos los destinos y Carrillo bien podría ser un neomodernista.
Me gustan casi todas las canciones de Carrillo, además de lo visual de su apellido, dos consonantes por duplicado, y su nombre en esdrújula: Álvaro; pero sobre todo destaco: Luz de luna, Como un lunar, Amor mío y Cancionero.
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