Bien decía Joaquín Sabina en una de las tantas entrevistas a propósito de la música popular de nuestro país que los compositores mexicanos contemporáneos la tenían muy difícl, cómo superar a los más grandes escritores de canciones: José Alfredo Jiménez y Agustín Lara.
Yo estoy de acuerdo con el Sabina, pero agregaría un tercer compositor. Para que algo suene contundente siempre debe venir por triplicado: Yo afirmo, sin temor a equivocarme que los tres grandes compositores de México son: Josealfredo, Lara y Álvaro Carrillo.
Escribo esto porque he pasado la mañana, ahora que estoy de vacaciones, relajado, contento y libre, escuchando al compositor oaxaqueño, y de verdad hay demasiadas canciones hermosas de él, que bien podría haber firmado Amado Nervo, letras que aprendimos incluso desde antes de nacer.
José Alfredo es el profeta de todos los destinos y Carrillo bien podría ser un neomodernista.
Me gustan casi todas las canciones de Carrillo, además de lo visual de su apellido, dos consonantes por duplicado, y su nombre en esdrújula: Álvaro; pero sobre todo destaco: Luz de luna, Como un lunar, Amor mío y Cancionero.
chilango.unam.CU.sintítuloprofesional.lector.óscar.bebedor.borderlined.soberbio.envidioso.éric. primogénito. imprudente. comun(icólogo). amor(al). tijuana. marte. sabina. compulsivo. impulsivo. angulo. corralejo. periodista. vicio. porsupuestoliliana. chela. charlesbukowski. temporadadepatos. ÁlvaroEnrigue. ironía. loscabos mamonez. mar. llanto. Prepa3. (i)letrado. boquiflojo. hermanos coen. aute. desertordeletras.
jueves, 19 de octubre de 2006
jueves, 12 de octubre de 2006
El Presidente Zelig
En uno de sus textos, Juan Villoro menciona que Vicente Fox es el Presidente Zelig por excelencia.
Zelig es una película de Woody Allen, donde el personaje, que da nombre el filme, tiene la capacidad de poder mimetizarse con el entorno al que está expuesto.
Es un caso raro para la ciencia, pero una psicoanalista (Mia Farrow, por supuesto) descubre que esta característica camaleónica en Zelig es consecuencia de su inseguridad, la cual lo lleva a adoptar las cualidades de su entorno para tratar de ser aceptado.
Recuerdo que hace años, cuando vi la cinta con el Marte, comentamos que para entender el humor de Woody Allen se debe tener una cultura muy amplia, por ejemplo, en Zelig, Mia Farrow le comenta a Zelig (Woody Allen) que le encantan los basquetbolistas, y éste le responde no saber qué le ve a esos enfermos de la pituitaria.
El Marte y yo inmediatamente recordamos nuestras clases de Anatomía en la Prepa 3 de la UNAM, que nos impartía una profesora muy mamona pero buena para enseñar, le decíamos la Vaca por su apellido, pero no recuerdo el nombre, creo que era Laura.
La pituitaria es la glándula del crecimiento en los humanos. Los chistes de Woody Allen son de efecto retardado. Recuerdo que Éric, el mayor Woodyalleniano que he conocido en mi vida, me contó una anécdota de cuando el cineasta fue a pedir trabajo a una estación de radio en Nueva York. Me dijo Éric que Allen contó un chiste tan complejo por sencillo que hasta después de varios minutos la gente empezó a reír. No recuerdo el chiste, pero sé cómo actúan en uno. Ja, ja, ja.
Bueno pero este post no era sobre Allen, sino sobre nuestro Presidente Zelig, quizá nuestro mandatario más ignorante de la historia... He aquí las pruebas para documentar mi pesimismo y de paso comprobar que GOD HATES MÉXICO...
Fox bien podría ser un Mantis Religioso.
Zelig es una película de Woody Allen, donde el personaje, que da nombre el filme, tiene la capacidad de poder mimetizarse con el entorno al que está expuesto.
Es un caso raro para la ciencia, pero una psicoanalista (Mia Farrow, por supuesto) descubre que esta característica camaleónica en Zelig es consecuencia de su inseguridad, la cual lo lleva a adoptar las cualidades de su entorno para tratar de ser aceptado.
Recuerdo que hace años, cuando vi la cinta con el Marte, comentamos que para entender el humor de Woody Allen se debe tener una cultura muy amplia, por ejemplo, en Zelig, Mia Farrow le comenta a Zelig (Woody Allen) que le encantan los basquetbolistas, y éste le responde no saber qué le ve a esos enfermos de la pituitaria.
El Marte y yo inmediatamente recordamos nuestras clases de Anatomía en la Prepa 3 de la UNAM, que nos impartía una profesora muy mamona pero buena para enseñar, le decíamos la Vaca por su apellido, pero no recuerdo el nombre, creo que era Laura.
La pituitaria es la glándula del crecimiento en los humanos. Los chistes de Woody Allen son de efecto retardado. Recuerdo que Éric, el mayor Woodyalleniano que he conocido en mi vida, me contó una anécdota de cuando el cineasta fue a pedir trabajo a una estación de radio en Nueva York. Me dijo Éric que Allen contó un chiste tan complejo por sencillo que hasta después de varios minutos la gente empezó a reír. No recuerdo el chiste, pero sé cómo actúan en uno. Ja, ja, ja.
Bueno pero este post no era sobre Allen, sino sobre nuestro Presidente Zelig, quizá nuestro mandatario más ignorante de la historia... He aquí las pruebas para documentar mi pesimismo y de paso comprobar que GOD HATES MÉXICO...
Fox bien podría ser un Mantis Religioso.
viernes, 6 de octubre de 2006
La UNAM en el lugar 74 del ranking mundial, según The Times
El domingo 7 de agosto de 1994 el azar o quizá ese ser inexistente que de niño me decían que habitaba la cúpula azul --que tampoco existe-- me guiñó el ojo y comprobé en la Gaceta de Resultados que fui aceptado para estudiar el bachillerato en la Universidad Nacional Autónoma de México.
Ese domingo fue un día muy especial para mí, porque además en el suplemento cultural "El Búho" de Excélsior --que todavía conservo y que a huevo le vendieron a mi santa madre con la Gaceta de Resultados-- venía a manera de poema una canción de Sabina que estrenaba disco y gira por México, y que yo aún no la escuchaba.
Se trataba de "Incluso en estos tiempos" que me marcó ese séptimo día de la semana porque era 7 de agosto y por las 7 llaves del misterio, por los 7 versos tristes en una canción, por los 7 crisantemos en el cementerio y por los 7 negros signos de interrogación de los que hablaría en ese disco el tipo ése que canta.
Entrar a estudiar a la bien llamada Máxima Casa de Estudios, aun a esa tierna edad puberta --había cumplido apenas 15 malditas primaveras-- significó un cambio y un episodio trascendental en mi vida.
Yo que ya aborrecía y trataba de escapar de ciertos modelos institucionales y mentales caducos como la religión o la estandarización del pensamiento, las modas y la música banal, nunca me sentí tan libre y tan orgulloso de formar parte de una Institución, como lo fue el día que recibí mi credencial de la prepa de la UNAM. Ya era un Universitario con todas las de la ley.
Recuerdo un caso significativo por estas fechas. Yo carecía de cualquier permiso de conducir pero a veces manejaba el Volkswagen de mi padre y un día por tomar un atajo --copiado a mi padre, por supuesto-- me metí en sentido contrario y salió una patrulla. Los policías me pidieron mi licencia, y yo al no poseerla les dije en tono orgulloso: pero tengo aquí mi identificación y les mostré mi bella credencial de la UNAM. Por supuesto que no sirvió de nada y tuvo que acudir mi padre a pagar una cuantiosa mordida para que me dejaran libre. Cabe señalar que no volví a manejar en años.
Tiempo después leí una anécdota de José Agustín situada en los años 60 donde él se encontraba en Cuba e iba manejando una moto por encima del límite de velocidad. Un policía cubano lo detuvo y le pidió sus documentos, Agustín asegura que había olvidado su pasaporte por lo que le mostró su credencial de la UNAM y el policía lo abrazó y lo dejó libre.
Recuerdo los primeros días de prepa como si hubieran transcurrido la semana pasada. Recuerdo las amplias instalaciones, el dejar de usar uniforme, la libertad para hacer y pensar lo que quisieras, de verdad lo que quisieras, desde fumar mariguana o emborracharte en los jardines hasta "grafitear" una consigna revolucionaria. Cada quien tenía la libertad de elegir su camino. Sí, lo sé, éramos muy ilusos pero también libres.
Recuerdo, sobre todo, a las personas con las que habría de compartir (y aún comparto) ideales y deseos y no rara vez aparecen escenas con ellos en mi mente cuando estoy dormido.
Por ello y muchisísimas cosas más me siento orgulloso de ser Universitario, de egresar de La Universidad, y de que haya sido colocada dentro de los primeros 100 lugares de un ranking mundial hecho por un diario inglés muy importante como es el The Times.
Mi Alma Mater me ha dado demasiado, valga el pleonasmo. Por cierto Alma Mater se confunde comúnmente como Alma Madre o madre alma, pero es erróneo.
Otro motivo para sentirme orgulloso es que ni Vicente Fox ni el pelele y presunto presidente electo Felipe Calderón sean egresados de la UNAM.
Si algo caracteriza a los planes de estudio de la Universidad es su preocupación por dar un aprendizaje cultural amplio, para que cuando algún egresado llegue a ser presidente y sea invitado a digamos el Congreso de la Lengua Española en Madrid no vaya a decir en un discurso que uno de los mayores y mejores exponentes de la literatura iberoamericana fue José Luis Borgues.
Por cierto, Fox estudió en la Ibero.
Ahora la UNAM, gracias a la investigación que se realiza allí, se sitúa en el lugar 74 y es la Universidad de Iberoamérica mejor colocada en dicho ranking.
Por supuesto que sé que no todo es miel sobre hojuelas, que hay muchísimas cosas que se deben cambiar y mejorar como la burocracia y ciertos sistemas sindicales, así como algunas mafias que existen al interior de la Institución. Pero no por ello puedo dejar de mencionarlo y publicarlo en este Puma Blog.
Por cierto, ahora que Liliana está una temporada en Charleston, Carolina del Sur, me platicó que hay un comercial que pasan en la tele sobre el orgullo de ser latino y hay una parte donde hablan de Mario Molina, Premio Nóbel de Química. Dice Liliana que lo anuncian como egresado de la Universidad en ei em. Es decir, de la Universidad NAM, pronunciando cada letra en inglés.
Aquí está la nota:
La UNAM, la mejor en Iberoamérica
Ese domingo fue un día muy especial para mí, porque además en el suplemento cultural "El Búho" de Excélsior --que todavía conservo y que a huevo le vendieron a mi santa madre con la Gaceta de Resultados-- venía a manera de poema una canción de Sabina que estrenaba disco y gira por México, y que yo aún no la escuchaba.
Se trataba de "Incluso en estos tiempos" que me marcó ese séptimo día de la semana porque era 7 de agosto y por las 7 llaves del misterio, por los 7 versos tristes en una canción, por los 7 crisantemos en el cementerio y por los 7 negros signos de interrogación de los que hablaría en ese disco el tipo ése que canta.
Entrar a estudiar a la bien llamada Máxima Casa de Estudios, aun a esa tierna edad puberta --había cumplido apenas 15 malditas primaveras-- significó un cambio y un episodio trascendental en mi vida.
Yo que ya aborrecía y trataba de escapar de ciertos modelos institucionales y mentales caducos como la religión o la estandarización del pensamiento, las modas y la música banal, nunca me sentí tan libre y tan orgulloso de formar parte de una Institución, como lo fue el día que recibí mi credencial de la prepa de la UNAM. Ya era un Universitario con todas las de la ley.
Recuerdo un caso significativo por estas fechas. Yo carecía de cualquier permiso de conducir pero a veces manejaba el Volkswagen de mi padre y un día por tomar un atajo --copiado a mi padre, por supuesto-- me metí en sentido contrario y salió una patrulla. Los policías me pidieron mi licencia, y yo al no poseerla les dije en tono orgulloso: pero tengo aquí mi identificación y les mostré mi bella credencial de la UNAM. Por supuesto que no sirvió de nada y tuvo que acudir mi padre a pagar una cuantiosa mordida para que me dejaran libre. Cabe señalar que no volví a manejar en años.
Tiempo después leí una anécdota de José Agustín situada en los años 60 donde él se encontraba en Cuba e iba manejando una moto por encima del límite de velocidad. Un policía cubano lo detuvo y le pidió sus documentos, Agustín asegura que había olvidado su pasaporte por lo que le mostró su credencial de la UNAM y el policía lo abrazó y lo dejó libre.
Recuerdo los primeros días de prepa como si hubieran transcurrido la semana pasada. Recuerdo las amplias instalaciones, el dejar de usar uniforme, la libertad para hacer y pensar lo que quisieras, de verdad lo que quisieras, desde fumar mariguana o emborracharte en los jardines hasta "grafitear" una consigna revolucionaria. Cada quien tenía la libertad de elegir su camino. Sí, lo sé, éramos muy ilusos pero también libres.
Recuerdo, sobre todo, a las personas con las que habría de compartir (y aún comparto) ideales y deseos y no rara vez aparecen escenas con ellos en mi mente cuando estoy dormido.
Por ello y muchisísimas cosas más me siento orgulloso de ser Universitario, de egresar de La Universidad, y de que haya sido colocada dentro de los primeros 100 lugares de un ranking mundial hecho por un diario inglés muy importante como es el The Times.
Mi Alma Mater me ha dado demasiado, valga el pleonasmo. Por cierto Alma Mater se confunde comúnmente como Alma Madre o madre alma, pero es erróneo.
Otro motivo para sentirme orgulloso es que ni Vicente Fox ni el pelele y presunto presidente electo Felipe Calderón sean egresados de la UNAM.
Si algo caracteriza a los planes de estudio de la Universidad es su preocupación por dar un aprendizaje cultural amplio, para que cuando algún egresado llegue a ser presidente y sea invitado a digamos el Congreso de la Lengua Española en Madrid no vaya a decir en un discurso que uno de los mayores y mejores exponentes de la literatura iberoamericana fue José Luis Borgues.
Por cierto, Fox estudió en la Ibero.
Ahora la UNAM, gracias a la investigación que se realiza allí, se sitúa en el lugar 74 y es la Universidad de Iberoamérica mejor colocada en dicho ranking.
Por supuesto que sé que no todo es miel sobre hojuelas, que hay muchísimas cosas que se deben cambiar y mejorar como la burocracia y ciertos sistemas sindicales, así como algunas mafias que existen al interior de la Institución. Pero no por ello puedo dejar de mencionarlo y publicarlo en este Puma Blog.
Por cierto, ahora que Liliana está una temporada en Charleston, Carolina del Sur, me platicó que hay un comercial que pasan en la tele sobre el orgullo de ser latino y hay una parte donde hablan de Mario Molina, Premio Nóbel de Química. Dice Liliana que lo anuncian como egresado de la Universidad en ei em. Es decir, de la Universidad NAM, pronunciando cada letra en inglés.
Aquí está la nota:
La UNAM, la mejor en Iberoamérica
Hago películas para que nadie las vea.- Arturo Ripstein
Con tres copias se estrena hoy en la capital del país su cinta La virgen de la lujuria
"Soy un viejo amargado y la amargura puede volver respetable la jactancia", señala el director
Hemos dejado el razonamiento por el delirio; ahora todo lo determina la complacencia, dice
JUAN JOSE OLIVARES
Arturo Ripstein es uno de los cineastas mexicanos más reconocidos. Ha realizado películas fundamentales en el historial del cine nacional contemporáneo, que han competido y ganado en los festivales más importante del mundo (Cannes, Venecia, San Sebastián). También ha recorrido todos los escalones del cinematografista (asistió a Luis Buñuel) y desde niño pisó diversos estudios, debido a que su padre, Alfredo, es uno de los productores mexicanos más relevantes. Sin embargo, su prolífica e interesante producción ha sido más vista en el extranjero que en el país.
Este día se estrena -un asunto digno de Ripley-, con tres copias, una de sus cintas, La virgen de la lujuria, adaptación de la historia de Max Aub, situada en los años 40 del siglo pasado en México, que narra la vida un camarero (Luis Felipe Tovar) y su relación sadomasoquista con una prostituta española. El personaje es capaz de cualquier cosa para merecer el amor de Lola, incluso matar al dictador español Francisco Franco. En tanto, su reciente producción, El carnaval de Sodoma, se exhibirá en el festival de Morelia.
"Esta película quedó como tantas otras mías: huérfana. Ya me habitué, no me queda más remedio que haberlas hecho y ya. Hago películas para que no las vea nadie; es una pesadilla, aunque no necesariamente, porque entonces no habría nadie que me repele.
SIGUE...
"Soy un viejo amargado y la amargura puede volver respetable la jactancia", señala el director
Hemos dejado el razonamiento por el delirio; ahora todo lo determina la complacencia, dice
JUAN JOSE OLIVARES
Arturo Ripstein es uno de los cineastas mexicanos más reconocidos. Ha realizado películas fundamentales en el historial del cine nacional contemporáneo, que han competido y ganado en los festivales más importante del mundo (Cannes, Venecia, San Sebastián). También ha recorrido todos los escalones del cinematografista (asistió a Luis Buñuel) y desde niño pisó diversos estudios, debido a que su padre, Alfredo, es uno de los productores mexicanos más relevantes. Sin embargo, su prolífica e interesante producción ha sido más vista en el extranjero que en el país.
Este día se estrena -un asunto digno de Ripley-, con tres copias, una de sus cintas, La virgen de la lujuria, adaptación de la historia de Max Aub, situada en los años 40 del siglo pasado en México, que narra la vida un camarero (Luis Felipe Tovar) y su relación sadomasoquista con una prostituta española. El personaje es capaz de cualquier cosa para merecer el amor de Lola, incluso matar al dictador español Francisco Franco. En tanto, su reciente producción, El carnaval de Sodoma, se exhibirá en el festival de Morelia.
"Esta película quedó como tantas otras mías: huérfana. Ya me habitué, no me queda más remedio que haberlas hecho y ya. Hago películas para que no las vea nadie; es una pesadilla, aunque no necesariamente, porque entonces no habría nadie que me repele.
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