viernes, 22 de septiembre de 2006

El Castañeda, ése que escribe

Una posdata y una canción

Roberto Castañeda

"Estoy tratando de decirte que/ me desespero de esperarte,/ que no salgo a buscarte porque sé/ que corro el riesgo de encontrarte,/ que me sigo mordiendo las uñas del rencor,/ que te digo debiendo todavía/ una canción de amor", me escribió Jacqueline en una nota de despedida. Y yo sabía de qué se trataba. Era una de sus canciones favoritas y la conocimos con Los Rodríguez, pero después supimos que la habían escrito con Joaquín Sabina. SIGUE

viernes, 15 de septiembre de 2006

El libro

"De los diversos instrumentos del hombre, el más asombroso es, sin duda, el libro. Los demás son extensiones de su cuerpo. El microscopio, el telescopio, son extensiones de su vista; el teléfono es extensión de la voz; luego tenemos el arado y la espada, extensiones de su brazo. Pero el libro es otra cosa: el libro es una extensión de la memoria y de la imaginación".

Borges, citado por Pitol en su libro El mago de Viena

miércoles, 13 de septiembre de 2006

Kamelito ataca de nuevo, chingao

La periodista Carmen Aristegui y dos diarios dieron a conocer ayer martes 12 de septiembre la siguiente conversación telefónica de Emilio Gamboa Patrón con (su patrón) Kamel Nacif:

-Emilio Gamboa (EG): Papito, ¿dónde andas, cabrón?

-Kamel Nacif (KN): Pues aquí estoy en el pinche pueblo de los demonios, papá.

-EG: Pero ¿dónde andas, mi rey?, porque habla uno todo el día bien de ti, pero te pierdes hijo de la chingada.

-KN: Pues ando chingándole, no queda otra.

-EG: ¿Pero vas bien?

-KN: Pues mira, mientras estoy vivo pues me va bien.

-EG: No, no, no, ¿pero estás bien, no?

-KN: Así es mi rey.

-EG: Bueno, cuídateme mucho y nos vemos pronto, cabrón.

-KN: ¿Y cómo estás tú, senador?

-EG: Uy, a toda madre, aquí echando una comida con unos senadores, que si te cuento ahí te... (inaudible) cabrón.

-KN: ¿De dónde?

-EG: Vamos a sacar la reforma del hipódromo, cabrón, ya no del juego... del hipódromo.

-KN: ¿Para qué?

-EG: Para hacer juego ahí, cabrón.

-KN: ¿Cómo?... Bueno...

-EG: ¿Cómo lo ves?

-KN: No, no la chingues.

-EG: Entonces lo que tú digas, cabrón, lo que tú digas, por ahí vamos, cabrón.

-KN: No, dale pa' tras, papá.

-EG: Pues entonces va pa' tras, esa chingadera no pasa en el Senado eh.

-KN: ¡A huevo!

-EG: Ok.

-KN: ¡Pues a huevo!

-EG: Te mando mi cariño.

-KN: ¿Cuándo nos vemos?

-EG: Cuando quieras, mi Kamelito.

-KN: Pues cuando tú digas. ¿Cómo?

-EG: Regresando, yo me voy a Washington a ver unos cabrones, pero regresando te veo.

-KN: ¿Cuándo te vas a Washington?

-EG: Me voy el domingo... el sábado, y regreso el martes a las 11 de la noche.

-KN: Pues a ver si nos vemos el miércoles.

-EG: Regresando yo te llamo... créeme, que yo te llamo... ya no me llames... yo te llamo, amigo.

-KN: Orale, senador.

-EG: Un abrazo.

-KN: Estáte bien. Bye.

-EG: Bye.

sábado, 2 de septiembre de 2006

Desfiladero de Jaime Avilés

Considero que éste es uno de los textos más lúcidos que he leído de Jaime Avilés. Por ello lo reproduzco aquí.


Desfiladero
Jaime Avilés

Urge una clínica de odio

- Material explosivo usado para dominar y destruir a los de abajo

- La propaganda panista inoculó ese veneno en el cuerpo del país

- ¿Poner la otra mejilla? No: entender el fenómeno y superarlo

Desde el Zócalo, a las cuatro de la tarde, empiezo a dictar estas líneas con profundo dolor. Y todo porque anoche propuse la organización de una clínica de odio con excesivo énfasis.

¿Qué es una clínica de odio? No sé cómo definirla, pero trataré de ofrecer algunas ideas. En noviembre de 1999, asistí a la inauguración de un pequeño bar en la colonia Condesa, y desde entonces adquirí la costumbre de pasar por allí dos o tres veces por semana convirtiendo ese establecimiento en uno de mis centros periodísticos de operación. Pero después del 2 de julio, un sábado a medianoche, me dejé caer por ahí y pedí un trago antes de irme a la cama. El encargado del changarro, que me lo sirvió, me dijo: "López ya debería irse a vivir a Venezuela".

"No te insultes a ti mismo hablando como lector de ese pasquín salinista que regalan en la calle. Por lo menos dile López Obrador", le contesté apretando el estómago de furia. "Mejor lárgate y ya no regreses nunca, aquí ya no vamos a dejar entrar a nacos como tú", fue su respuesta y su inapelable sentencia. Por fortuna estaba sobrio.

¿En qué momento se instaló el odio entre nosotros? Hoy en día todo el mundo conoce anécdotas de personas que se liaron a golpes porque una llevaba el moñito tricolor en la solapa o una cartulina pegada al vidrio del coche con una leyenda de "repudio total al fraude de Fecal", en tanto que la otra ostentaba en el vidrio trasero de su vehículo el muñequito de AMLO creado por Hernández, pero adulterado por el vengativo mensaje de: "sonríe, no gané".

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